Una novela sobre enfermedades mentales,
sobre la vida cuando viene torcida, sobre
la amistad.
SINOPSIS
Santi, que trabaja en casa para Amazon, vive en un barrio de
Huelva. Tiene cuarenta y siete años y dos hermanos, uno
normal y el otro chino. El chino es hijo de la china del chino de
enfrente de la casa de sus padres. Un día Santi, solo, se tira
llorando en el suelo toda la mañana y lo tienen que ingresar en
el Vázquez Díaz. Allí conoce a Carmen y se establece entre
ellos una relación de amistad ante la tristeza. Con extrema
delicadeza y una escritura desprovista de toda retórica,
desnuda, callejera, Mario Marín va contando una historia
terrible y amable, que va dosificando al lector con ternura
infinita.
AUTOR
Mario Marín
Aroche, Huelva 1971, es Licenciado en Bellas artes por la
Universidad de Sevilla, artista plástico transgresor, inquieto y
curioso. Ha publicado anteriormente El color de las pulgas,
Go, go, go, good morning, to school y Mañana es el día
siguiente. Tanto en el arte como en la literatura, Mario plantea
sus propuestas como escenarios estéticos y necesariamente
desollados.

Y ADEMÁS
Es una novela sensible, preciosa, dura. Escrita con una prosa
insólita. Una obra maestra.
Morir es un color es una historia de por qué se pierden los motivos para vivir. Qué
queda después del aplastamiento de los monstruos. Cómo se rearman los andamiajes
cuando han sido derribados y retorcidos. Santi, trabajador de Amazon, vive en un barrio
de Huelva. Tiene cuarenta y siete años y dos hermanos, uno normal y el otro chino. El
chino es hijo de la china del chino de enfrente de la casa de sus padres. Un día Santi, se
tira llorando en el suelo toda la mañana y lo tienen que ingresar en una planta de salud
mental del Hospital Vázquez Díaz. Allí conoce a Carmen, que lleva ya un tiempo en
tratamiento. Ambos inician una relación de amistad ante la tristeza.
Morir es un color es una crónica de un desconsuelo. Es batallar contra el drama. Es a
dónde llevar la ilusión si el porvenir se disfraza de pasado. Dónde guardar la
depravación para que resulte acostumbrada. Qué queda después de la desaparición del
interés. Morirse sin ganas es arrostrar sin morirse. Sufrir es un verbo adaptativo.
Adolecer uno generalista. Padecer el que nos iguala.

